Dr. Gustavo Galván Cázares
Músico e investigador: Licenciado en Educación Musical y Doctor en Estudios Latinoamericanos. Sus líneas de investigación son: epistemologías del sonido y la escucha, patrimonio sonoro, prácticas musicales y educación y escucha. Actualmente es Coordinador de Cultura en la Universidad Marista de San Luis Potosí, así como profesor de la UASLP y del ITESM. A su vez, es participante activo en diversos proyectos artísticos relacionados con la creación musical. Durante su trayectoria ha sido beneficiario de múltiples apoyos y becas entre las que destacan: Beca de Investigación Rafael Montejano y Aguiñaga, Beneficiario de Coinversiones Culturales del FONCA, Beneficiario del programa de Coinversiones discográficas de la SECULT y becario CONAHCYT en diversos periodos.
La primera distinción que es conveniente realizar, es la diferencia entre oír y escuchar, lo primero hace alusión a la capacidad física de la audición, es decir, captar el sonido a través de nuestros oídos. Por otra parte, la escucha es un fenómeno complejo que en primera instancia implica una concientización de lo que suena, por lo tanto, no todo lo que suena es escuchado. Acerca de esto, es importante destacar que el prestar atención a lo que suena, es tener una disposición de escucha. Sin embargo, todos constantemente estamos filtrando de una manera consciente y semiconsciente los sonidos que deseamos escuchar, aunque esto no siempre es posible.
Lo anterior conlleva a plantear otra premisa sobre la escucha, la cual es que la escucha permite el reconocimiento de la otredad, pues allí donde no nos identificamos con lo que suena, es justo donde podemos tener este encuentro con la alteridad, del cual comúnmente huimos al ignorar las emisiones sonoras o discursos de eso que nos resulta ajeno, extraño o molesto. No obstante, debido a las cualidades ubicuas e intrusivas del sonido, hay ocasiones en que es imposible no escuchar, es por esto, que cuando alguien quiere ser escuchado alza la voz, o produce acciones sonoras ruidosas las cuales por más que se intente estas no pueden ser ignoradas.
Por otro lado, la escucha es también un fenómeno sociocultural construido a partir de prácticas y códigos sonoros, esto posibilita modos de escucha colectivos, los cuales pueden ser definidos como las particularidades en la escucha de quienes son miembros de determinados grupos o comunidades. Por lo que la escucha además de ser un medio para el encuentro con la otredad, es también un elemento inherente de las identidades colectivas.
Una vez enunciadas estas ideas, vale la pena reflexionar ¿cuáles serían las implicaciones de tener una disposición de escucha ante los sonidos, discursos, músicas y consumos que nos resultan ajenos? Sobre esta reflexión es necesario destacar, que la escucha no es el hilo negro que permita solucionar problemas complejos de las sociedades contemporáneas, sin embargo, el tener una disposición de escucha puede coadyuvar a buscar acuerdos entre personas, grupos y países. Aquí es necesario apuntalar que, una disposición de escucha debería contemplar una empatía con el otro, así como aprender a escuchar la escucha de los demás. Lo anterior posibilitaría nuevas rutas epistemológicas y prácticas sociales que ayuden a reducir polarizaciones y asimetrías presentes en el mundo actual.