En mis años de estudio universitario, tuve una experiencia, en el salón de clases, que fue el inicio de un profundo cambio con relación a mi comprensión del tema del liderazgo.
En una clase de temas organizacionales, se generó una conversación entre mis compañeros de clase acerca de cuáles eran los ejemplos que se podían tomar como referencia de un liderazgo efectivo. Esto derivó en una interesante polémica cuando se propuso a Hitler como uno de los casos más significativos del liderazgo. La maestra consideraba dentro de sus ejemplos a este personaje, encasillado dentro de la tipología “liderazgo autoritario”, concepto abordado también por diferentes autores de libros de liderazgo. Ante el asombro y el disgusto de varios participantes, la maestra argumentó que líder era aquel que ejercía influencia sobre sus seguidores y que, si bien ella también consideraba a Hitler un personaje nefasto, cumplía ampliamente los requisitos de esta definición.
Hoy en día, nuestra sociedad sigue evolucionando, no únicamente de manera social sino también en nuestra forma de trabajar y relacionarnos con otros dentro de una organización. Así entendemos que en la medida en que las organizaciones crecen, el papel del liderazgo juega también un rol cada vez más importante, ya que el liderazgo no solo está relacionado con los desafíos que plantea la productividad y competitividad empresarial, sino que nos cuestiona del tipo de relaciones que queremos construir, nuestra concepción acerca de la autoridad y, fundamentalmente, sobre los valores en los que queremos sustentar nuestra convivencia social.
Es por esto que entiendo que para encarar la problemática del liderazgo en forma efectiva debemos cambiar nuestra perspectiva, y propongo abordarla desde un paradigma del desarrollo personal y organizacional. Desde esta visión, asumir una función de conducción desde el liderazgo implica el compromiso con la expansión del potencial y la mejora del desempeño individual y colectivo. Esto da por sentado estar al servicio del desarrollo de las personas con las que trabajas y convives. Desarrollo que comprende el incremento de sus competencias laborales y de sus cualidades humanas. Quienes entienden esto, comprenden que la esencia del liderazgo no está en la influencia sino en el servicio. Que líder no es quien tiene mas “seguidores”, sino quien se compromete con la tarea de desarrollar a otros líderes.
Es en este sentido que sostenemos que quien lidera debe desempeñar el rol de “coach” con su gente. Esto implica adquirir las competencias que te posibiliten destrabar los aspectos que obstaculizan la capacidad de acción o dificultan el logo de los objetivos de tu equipo de trabajo.
Para impactar desde estas implicaciones, la Mtra. María Esther Velázquez, quien actualmente ejerce su labor como Coach Senior Ontológico certificada por Newfield Consulting, ha ocupado puestos directivos en instituciones académicas y del ramo gubernamental y también cuenta con su propia empresa de consultoría, nos trae el programa “El impacto del Coaching en el ambiente organizacional”.
Te invitamos a ser parte de este programa que te ayudara a dominar herramientas para cambiar tu estilo de gestión y construir un ambiente organizacional saludable que generé mayor rendimiento en el ámbito laboral y personal.